Comparaciones Presidenciales

Comparaciones Presidenciales

                                   Comparaciones Presidenciales

 

 

Ernesto Zedillo reformó la Constitución en 1994 para reestructurar el Poder Judicial Federal, hacer más eficiente y autónoma a la SCJN y fortalecer la democracia y la convivencia social. El objetivo de la presente columna consiste en comparar las carreras de los presidentes de la Corte desde 1995 hasta el último pintoresco personaje que hoy encabeza nuestro máximo tribunal.

José Vicente Aguinaco Alemán, fue secretario de Estudio y Cuenta y secretario de acuerdos en la Corte, juez de distrito; juez segundo de Distrito en Puebla y titular del Juzgado Segundo de Distrito en materia Administrativa en el DF, además de magistrado de diversos tribunales, catedrático, acreditado autor de múltiples obras de la materia, entre otros merecimientos.

Genaro Góngora Pimentel, fue secretario de Estudio y Cuenta en la Corte; juez de Distrito, magistrado en el Tribunal Colegiado del Quinto Circuito, en el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil y en el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa. Catedrático de derecho marítimo, mercantil y amparo, y conferencista, entre otras distinguidas calificaciones

Mariano Azuela Güitrón, fue secretario de Estudio y Cuenta en la Corte, magistrado y presidente del Tribunal Fiscal de la Federación, catedrático, doctor en Humanidades, Medalla al mérito jurídico, profesor emérito de la UP, presea Alfonso X, “Ignacio M. Altamirano” 2012 en la categoría de juzgador, entre otras innumerables distinciones.

Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, fue de secretario de acuerdos, actuario, secretario de juzgado, secretario de Estudio y Cuenta en Corte, juez de distrito en Oaxaca y DF. Magistrado de Circuito, Tabasco y Veracruz, y magistrado de la Sala de Segunda Instancia del Tribunal Federal Electoral.

Juan N. Silva Meza, fue secretario del tribunal colegiado, secretario de Estudio y Cuenta en la Corte, juez octavo de distrito, magistrado del Tribunal Colegiado en Oaxaca y del Primer Circuito en el DF, magistrado del Tribunal Electoral, además de catedrático, entre otros innumerables reconocimientos profesionales imposibles de mencionar en este breve espacio.

Luis María Aguilar Morales, fue taquígrafo en el Primer Tribunal Colegiado; secretario del Juzgado Primero y segundo secretario del Tercer Tribunal Colegiado, secretario de Estudio y Cuenta de la Corte, juez segundo y quinto de Distrito, magistrado del Tribunal Colegiado, Oficial Mayor de la Corte, además de autor de innumerables publicaciones de carácter jurídico.

Una disculpa al lector por no ensuciar este digno recuento histórico con la inclusión de Arturo Zaldívar, uno de los grandes traidores de las instituciones republicanas, feroz enemigo de la democracia y de la impartición de justicia en México.

Norma Lucía Piña Hernández, fue académica en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, secretaria proyectista en el Tercer Tribunal Colegiado del Primer Circuito, secretaria de estudio y cuenta de la Corte, juez por oposición en el Juzgado Tercero de Distrito y en el Quinto en la Ciudad de México. Magistrada de Circuito por oposición ratificada en el Decimocuarto Tribunal Colegiado y magistrada en el vigésimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, entre otros cargos incontables en su carrera judicial.

Hugo Aguilar Ortiz 2025, actual presidente de la Corte para vergüenza de México, nunca se desempeñó ni como actuario ni como proyectista de sentencias ni como secretario de acuerdos ni como juez familiar ni como magistrado ni como secretario de Estudio y Cuenta en la Corte ni jamás firmó una sentencia ni pisó un tribunal como juzgador. Su efímera carrera se reduce a su oprobiosa amistad con López Obrador, el orgulloso destructor del pasado, del presente y del futuro de la patria. La inmensa felicidad de AMLO habría sido incontenible al contemplar las fotos de los nuevos ministros arrodillados decapitando una gallina entre una humareda de incienso, en tanto le agradecían a Quetzalcóatl la temeraria cancelación de la separación de poderes en México, así como su acceso a la Corte después de violar una Constitución que juraron defender.

 Hoy, la SCJN no será más eficiente ni autónoma ni fortalecerá la democracia ni la convivencia social. México dio un salto al vacío. Los nuevos ministros, todos, son cómplices del desastre, junto con la sociedad mexicana que lo consintió.